viernes, 7 de octubre de 2011

La lluvia de estrellas

Era la primera vez que Ernesto, el hijo menor de mi vecino observaba ese gran espectáculo que conocemos como lluvia de estrellas, con gran alegría disfrutaba cada una de las luces que viajaban a grandes velocidades.

Su papá le explica que se trata de una corriente de meteoritos que conforman los restos que deja a su paso algún cometa y que solo en fechas determinadas es posible disfrutar este fenómeno en toda su magnitud.

Mientras el papá de Ernesto trata de explicar a su hijo la maravilla del fenómeno, este, se queda dormido y se sueña viajando en uno de esos meteoritos y se entera su papá que está soñando porque de momento comienza a hablar y comienza a describir lo que supuestamente está viendo.

Dice que viaja a una velocidad enorme y que a lo lejos puede apreciar que se encuentra una luz muy brillante, parecida a la luz del sol cuando está apareciendo en el oriente.

Que es como un fulgor muy grande como si todas las estrellas del cielo se hubieran puesto de acuerdo para brillar al mismo tiempo y con gran emoción describe lo que está viendo.

La explicación de su papá sigue adelante, tal vez no se ha dado cuenta que Ernesto en realidad está dormido y pareciera que entablan un dialogo perfecto pero ambos están viendo el mismo espectáculo, con imágenes distintas desde luego.

La explicación que da el papá es documentada pues explica que las corrientes de meteoros son cuerpos pequeños que cruzan el sistema solar, que básicamente son partículas sólidas, rocosas o metálicas.

Que se han desprendido de algún cometa, también explica que es un espectáculo que siempre se puede ver a simple vista, que puede durar algunas horas y hasta una semana.

Por el siglo XVIII, un físico alemán fue el primero en decir que los cuerpos extraterrestres se consumían al momento de ingresar en la atmosfera y desde luego que en su tiempo se burlaron los científicos de su teoría.

Algunos científicos afirmaban que esos meteoros eran de origen volcánico, por lo que debió ser muy complicado en ese siglo y en los anteriores dar respuesta a cada fenómeno que se presentaba ante sus ojos.

En ese momento, Ernesto despierta y le dice a su papá: Sabes papá, que la superficie terrestre está protegida de los meteoritos por la atmosfera, cuando chocan con ella los meteoritos se desintegran.

Sabes también que esos meteoritos viajan a una velocidad mayor a los cuarenta mil kilómetros por hora y se queman por la fricción y por eso se produce una luminosidad que identificamos como una estrella que cae, pero no pasa nada.

El papá de Ernesto se queda viendo con gran asombro a su hijo sin saber que contestar y entonces el niño le cuestiona: ¿No me crees verdad papá?

Ambos se quedan viendo sin saber que decir ni que comentar y al unísono exclaman: Que maravillosa es la lluvia de estrellas, ¿Cierto?

martes, 4 de octubre de 2011

El príncipe burlado

El siguiente relato es un hecho de la vida real, omitiré el nombre por razones comprensibles pero le aseguro que lo que contaré es una parte importante de lo que fui testigo, el resto es deducción de lo que por casualidad me enteré con los familiares.

Nuestro personaje contaba con más de veinte años de edad cuando lo conocí, además de contar con una maravillosa forma de ser que cautivaba a las personas con su sonrisa, y con su gran habilidad en el humorismo casual que siempre estaba a flor de labio.

En la primera platica me entero que por sistema, su tío le hacía guardar un billete de regular denominación con el objetivo de que tratara de utilizarlo solo por gastar el dinero, más bien que lo reservara si las circunstancias lo obligaban a regresar en taxi a casa.

Poco a poco me fue contando su historia en el sentido de que a muy temprana edad perdió padre y madre por haber fallecido ambos, en un accidente en carretera con el resultado imaginable.

Sus padres eran dueños de una buena cantidad de predios que contenían viviendas populares, que se rentaban a precios accesibles, a personas de pocos recursos, en volumen representaba un ingreso respetable.

No recuerdo que haya dicho que existiera un testamento, de manera que el tío que se hizo cargo de el, también administraba los ingresos captados por la renta de las viviendas y es posible que a nadie rindiera cuentas.

Es claro que nada le faltaba a mi amigo, su tío se encargaba de vestirlo y atenderlo me parece que con cierto cariño, admito que nunca observé acción contraria o criticable que pusiera en duda el manejo de los bienes.

Como este amigo no tenía necesidad de trabajar, pues los ingresos eran muy importantes, tampoco existió en el, un gusto por aprender una profesión o un oficio que le asegurara el futuro.

Supongo que al tío no le interesaba que su sobrino adquiriera una superación educativa, pienso que, lo que menos deseaba era poner en riesgo su ingreso personal por la administración.

Por algunos años cimentamos una buena amistad, traté muchas veces de inducirlo a estudiar algo que le gustara, pero fracasé en cada intento, aunque insistía de vez en vez, nunca logré convencerlo de esa necesidad.

Avanza el tiempo y por necesidades de mi trabajo me vi obligado a cambiar domicilio, por algunos años no volví a ver a mi amigo, me parece que unos ocho años más tarde regresé al lugar de origen y por curiosidad lo busqué.

Me entero entonces que su tío ya había fallecido, lo busqué y lo encontré pero la tristeza me invadió, estaba irreconocible, se había manifestado una enfermedad terminal en él y lo peor es que de sus propiedades nada sabía.

Nunca su tío le rindió cuentas de dichas propiedades, al parecer, todo se perdió por algún movimiento legal de esos que mucha gente sabe como hacerlos.

Por su enfermedad avanzada, hubo necesidad de internarlo en un hospital de beneficencia donde se atendió bastante bien, pero el final llegó finalmente.

No hubo pariente alguno que se presentara, no se si por no haberse enterado o simplemente por falta de atención, sin embargo, me sentí tranquilo por la oportunidad que la vida me otorgó, permitirme estar cerca de el, en los últimos momentos.

Las pocas personas que asistimos a su funeral, tristes en principio, pero complacidos al final por permitirnos rendir un modesto homenaje, a quien calificamos como “el príncipe burlado”.

domingo, 2 de octubre de 2011

El rey y la Reyna

Estamos acostumbrados a las historias de Reyes y reinas, donde el común denominador indica que todo concluye con la frase: “y fueron muy felices”.

Un ejemplo muy importante es la historia de Luis XVI y María Antonieta de Austria, que su reinado comienza cuando las condiciones económicas y sociales de la Francia en esos tiempos, no estaban en su mejor momento.

La gente cercana a los reyes no era de lo más honesto, en ese tiempo la corrupción en la monarquía ya mostraba una ausencia de interés por lo que pasaba fuera de los palacios reales, la pobreza crecía a pasos agigantados.

El principio de la relación de Luis XVI y María Antonieta fue como toda relación de jóvenes, como si se tratara de un autentico cuento de hadas, todo era amor y más amor, con la única agravante de que pasaba el tiempo y María Antonieta no lograba embarazarse.

Después de unos años las cosas comienzan a funcionar y llega la primera hija y de su nacimiento tienen que dar fe sobre todo los hermanos de Luis XVI que en línea directa alcanzarían el trono, pero lo perdieron con el alumbramiento de la niña.

Lo cierto es que por algunos años se cometieron errores, se apartaron todavía más a los reyes y su pueblo, como forma de solventar los gastos excesivos de la Reyna, los ministros de la corte aumentaron impuestos que finalmente destruyeron la economía de Francia.

Comenzaban también los movimientos sociales que buscaban el establecimiento de un sistema de gobierno que dejaba fuera a la monarquía, y aunque la gente cercana a los Reyes sugería huir, la Reyna se opuso sistemáticamente.

Muchas veces mostró que era una mujer de carácter firme, no le permitía abdicar de ninguna manera y el Rey siempre le daba la razón aún en contra de los intereses de Francia.

Poco a poco la lucha social comenzó a tomar fuerza hasta que tomaron el palacio e hicieron prisionera a la familia real, se les formó juicio a ambos y el veredicto fue la sentencia de muerte para ambos.

Quise tomar esta historia como base para contarla, con el dolor de no estar contando un final feliz, además de la tristeza de ver que esta historia, es tan antigua y tan actual que parece que los seres humanos siguen cometiendo los mismos errores.

La altura de un tabique es suficiente para que una persona resulte mareada y pierda de vista el bien general, es muy común y lo es más, cuando se pierde en el engranaje de la vida social de los poderosos.

Cualquier semejanza con la vida cotidiana de algunos pueblos actuales puede ser coincidencia, pero lo que queda de manifiesto es que la debilidad humana sigue siendo la misma.

Los movimientos sociales se presentan cuando el pueblo tiene hambre y en la medida que esos asuntos sean tomados en cuenta, las historias de las monarquías, pueden volver a tener un final feliz.

Sin embargo, creo que en todas las formas sociales lo que se debe buscar siempre y en todo momento el bienestar de la gente.