Era la
primera vez que Ernesto, el hijo menor de mi vecino observaba ese gran
espectáculo que conocemos como lluvia de estrellas, con gran alegría disfrutaba
cada una de las luces que viajaban a grandes velocidades.
Su papá
le explica que se trata de una corriente de meteoritos que conforman los restos
que deja a su paso algún cometa y que solo en fechas determinadas es posible
disfrutar este fenómeno en toda su magnitud.
Mientras
el papá de Ernesto trata de explicar a su hijo la maravilla del fenómeno, este,
se queda dormido y se sueña viajando en uno de esos meteoritos y se entera su
papá que está soñando porque de momento comienza a hablar y comienza a
describir lo que supuestamente está viendo.
Dice
que viaja a una velocidad enorme y que a lo lejos puede apreciar que se
encuentra una luz muy brillante, parecida a la luz del sol cuando está
apareciendo en el oriente.
Que es
como un fulgor muy grande como si todas las estrellas del cielo se hubieran
puesto de acuerdo para brillar al mismo tiempo y con gran emoción describe lo
que está viendo.
La
explicación de su papá sigue adelante, tal vez no se ha dado cuenta que Ernesto
en realidad está dormido y pareciera que entablan un dialogo perfecto pero
ambos están viendo el mismo espectáculo, con imágenes distintas desde luego.
La
explicación que da el papá es documentada pues explica que las corrientes de
meteoros son cuerpos pequeños que cruzan el sistema solar, que básicamente son
partículas sólidas, rocosas o metálicas.
Que se
han desprendido de algún cometa, también explica que es un espectáculo que
siempre se puede ver a simple vista, que puede durar algunas horas y hasta una
semana.
Por el
siglo XVIII, un físico alemán fue el primero en decir que los cuerpos
extraterrestres se consumían al momento de ingresar en la atmosfera y desde
luego que en su tiempo se burlaron los científicos de su teoría.
Algunos
científicos afirmaban que esos meteoros eran de origen volcánico, por lo que
debió ser muy complicado en ese siglo y en los anteriores dar respuesta a cada
fenómeno que se presentaba ante sus ojos.
En ese
momento, Ernesto despierta y le dice a su papá: Sabes papá, que la superficie
terrestre está protegida de los meteoritos por la atmosfera, cuando chocan con
ella los meteoritos se desintegran.
Sabes
también que esos meteoritos viajan a una velocidad mayor a los cuarenta mil
kilómetros por hora y se queman por la fricción y por eso se produce una
luminosidad que identificamos como una estrella que cae, pero no pasa nada.
El papá
de Ernesto se queda viendo con gran asombro a su hijo sin saber que contestar y
entonces el niño le cuestiona: ¿No me crees verdad papá?
Ambos
se quedan viendo sin saber que decir ni que comentar y al unísono exclaman: Que
maravillosa es la lluvia de estrellas, ¿Cierto?