El
siguiente relato es un hecho de la vida real, omitiré el nombre por razones
comprensibles pero le aseguro que lo que contaré es una parte importante de lo
que fui testigo, el resto es deducción de lo que por casualidad me enteré con
los familiares.
Nuestro
personaje contaba con más de veinte años de edad cuando lo conocí, además de
contar con una maravillosa forma de ser que cautivaba a las personas con su
sonrisa, y con su gran habilidad en el humorismo casual que siempre estaba a
flor de labio.
En la
primera platica me entero que por sistema, su tío le hacía guardar un billete
de regular denominación con el objetivo de que tratara de utilizarlo solo por
gastar el dinero, más bien que lo reservara si las circunstancias lo obligaban
a regresar en taxi a casa.
Poco a
poco me fue contando su historia en el sentido de que a muy temprana edad
perdió padre y madre por haber fallecido ambos, en un accidente en carretera
con el resultado imaginable.
Sus
padres eran dueños de una buena cantidad de predios que contenían viviendas
populares, que se rentaban a precios accesibles, a personas de pocos recursos,
en volumen representaba un ingreso respetable.
No
recuerdo que haya dicho que existiera un testamento, de manera que el tío que
se hizo cargo de el, también administraba los ingresos captados por la renta de
las viviendas y es posible que a nadie rindiera cuentas.
Es
claro que nada le faltaba a mi amigo, su tío se encargaba de vestirlo y
atenderlo me parece que con cierto cariño, admito que nunca observé acción
contraria o criticable que pusiera en duda el manejo de los bienes.
Como
este amigo no tenía necesidad de trabajar, pues los ingresos eran muy
importantes, tampoco existió en el, un gusto por aprender una profesión o un
oficio que le asegurara el futuro.
Supongo
que al tío no le interesaba que su sobrino adquiriera una superación educativa,
pienso que, lo que menos deseaba era poner en riesgo su ingreso personal por la
administración.
Por
algunos años cimentamos una buena amistad, traté muchas veces de inducirlo a
estudiar algo que le gustara, pero fracasé en cada intento, aunque insistía de
vez en vez, nunca logré convencerlo de esa necesidad.
Avanza
el tiempo y por necesidades de mi trabajo me vi obligado a cambiar domicilio,
por algunos años no volví a ver a mi amigo, me parece que unos ocho años más
tarde regresé al lugar de origen y por curiosidad lo busqué.
Me
entero entonces que su tío ya había fallecido, lo busqué y lo encontré pero la
tristeza me invadió, estaba irreconocible, se había manifestado una enfermedad
terminal en él y lo peor es que de sus propiedades nada sabía.
Nunca
su tío le rindió cuentas de dichas propiedades, al parecer, todo se perdió por
algún movimiento legal de esos que mucha gente sabe como hacerlos.
Por su
enfermedad avanzada, hubo necesidad de internarlo en un hospital de
beneficencia donde se atendió bastante bien, pero el final llegó finalmente.
No hubo
pariente alguno que se presentara, no se si por no haberse enterado o
simplemente por falta de atención, sin embargo, me sentí tranquilo por la
oportunidad que la vida me otorgó, permitirme estar cerca de el, en los últimos
momentos.
Las
pocas personas que asistimos a su funeral, tristes en principio, pero
complacidos al final por permitirnos rendir un modesto homenaje, a quien
calificamos como “el príncipe burlado”.
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