Informalmente, decidió colocar una mesa no muy elegante en una esquina donde la afluencia de posibles compradores no era realmente prometedora, sin embargo, había que arriesgar con las nuevas estrategias.
Uno a uno fue colocando sus instrumentos, y aunque todos se encontraban un tanto deteriorados, los estuvo colocando con el cuidado adecuado y algunos de ellos les abrillantaban con una tela suave que entregaba una mejor imagen.
Se encontraban desde luego todas las enfermedades, desde una simple gripe hasta el nefasto VIH sida, además de las tendencias de envidia, gula, ambición y todas las que se aprenden en el andar por esta vida.
Después de un largo rato en el que nadie se acercaba al negocio del diablo, aparece un personaje muy bien vestido, lo que podríamos calificar como todo un caballero elegante y comienza a revisar con la vista cada uno de los instrumentos allí expuestos.
Preguntaba por el precio de cada uno de los que escogía y el diablo se limitaba a decir: “Cuesta dos pesos, tres pesos, cinco pesos, pero ninguno costaba más allá de diez pesos”.
El cliente logra ver por casualidad sobre la silla del diablo un instrumento bastante descuidado y además parecía muy viejo y antiguo, le cuestiona el precio, el diablo entonces se da cuenta que ese instrumento había olvidado colocarlo sobre la mesa y exhibirlo.
Después de un instante contesta el diablo y le dice al caballero: Ese instrumento cuesta diez mil pesos y le aseguro que es tremendamente efectivo, garantizado por el resto de su vida y con derecho a devolución en caso de encontrar alguna falla en su funcionamiento.
El caballero se mantiene en silencio por unos instantes como tratando de razonar lo dicho por el diablo y luego pregunta: ¿Por qué es tan caro y además se encuentra en muy mal estado? No entiendo el motivo de su alto costo.
Con gran tranquilidad el diablo contesta: Es muy costoso porque nadie sabe que este instrumento es de mi propiedad y mucho menos saben que yo lo resguardo, y cuando logro colocar este producto, con mucho gusto obsequio el resto de mis productos.
¿Cuáles son las características de este producto? Pregunta el caballero. ¿Cómo se llama?
Se conoce como: ¡desaliento!, si, desaliento, cuando alguien me compra el desaliento, mi alegría en impresionante, pues el con el desaliento, el que lo compra, ya no quiere trabajar, le tiene miedo a todo, cualquier persona lo intimida, hasta un perrito recién nacido lo atemoriza.
Este es el mejor de mis instrumentos, si gusta puede llevarlo a prueba por el día de hoy, espero su cheque a la hora que quiera el día de mañana, sé que tendrá fondos suficientes, pero si lo prefiere, puede firmar un pagaré en este momento, ya le avisaré cuando haya que cobrarlo.
¡Cuidado con el desaliento!