Todos
los niños del mundo y cada uno de ellos lo hacen por medio de su idioma, de
manera que no existe diferencia entre los niños del norte o del sur, ni de este
lado del mudo con el del extremo contrario, el niño pregunta y ya.
Mi
nieto de tres años me pregunta: Papá ¿Qué es diluviar? Y después de la pregunta
no pude evitar un largo silencio y reconozco que no encontré de momento que
contestar.
Como
estrategia de defensa, le dije al niño que recurriera al diccionario y por toda
respuesta recibí una sonrisa tierna y cariñosa, de inmediato comprendí que de
ninguna manera el niño podría consultar el diccionario, ni siquiera sabe leer.
El niño
se dirige con decisión a mi pequeña biblioteca, comienza a buscar en el
diccionario más voluminoso y con sus deditos recorre una y otra página, con
resultados no muy satisfactorios.
Luego
busca en otra enciclopedia y parece que la palabra no aparece por ningún lado y
el niño comienza a desesperarse, se le nota en la cara una especie de angustia
que nunca antes había visto en él.
Toma el
teléfono y marca una serie de números y después de unos instantes marca otros y
otros y no puede conseguir comunicarse con nadie, se dirige a la salida de la
habitación y luego se arrepiente, camina hacia otro lado sin saber que hacer
exactamente.
Se
detiene en el centro de la habitación y revisa todo cuanto hay hasta que decide
ir directamente a la computadora, la pone a funcionar y como todo un experto
comienza a recorrer la red hasta que se detiene en una página.
Parece
que no le convence ninguno de los resultados, me resulta fascinante ver como el
niño maneja la computadora, moviendo sus manos con tal maestría que me ha
dejado maravillosamente fascinado.
Luego
parece que ha encontrado la página adecuada y con mucha alegría mueve las
teclas del tablero, se desplaza hasta la impresora y la pone a funcionar con
gran maestría y todo indica que ya ha encontrado la respuesta a la pregunta que
me hizo.
Como se
dirige a la habitación donde me cuestionó, traté de esconderme y evitar que
descubriera que lo estuve observando cuando buscaba en el diccionario, luego en
la computadora, trataré de sorprenderlo un minuto más tarde.
Donde
me escondo es un lugar oscuro, de momento, siento que me mueven la cara y me
tocan el hombro, es mi nieto que trata de presumir que ya ha podido manejar mi
teléfono celular, y quiere que escuche otro sonido cuando entra una nueva
llamada.
Creo
que mi imaginación me trasladó a sueños increíbles, tal vez, mi propia
imaginación me condujo a soñar que mi nieto era un niño prodigio, de manera que
me quedo con mi magnífico sueño.