miércoles, 12 de octubre de 2011

Un viaje increíble

Parece que está amaneciendo, todavía se encuentra oscuro el ambiente y despierto con mucha dificultad y no logro despertar del todo, de pronto escucho ruidos extraños como si alguien tratara de ingresar a la habitación.

Intento gritar, pero todo es inútil, no logro emitir sonido alguno, trato de incorporarme y mis pies no obedecen el mandato, de pronto, aparecen ante mí unos personajes como si fueran niños disfrazados de extraterrestres.

Su ropa es gris como si fuera una tela metálica, tienen una mirada muy penetrante, sus ojos son demasiado grandes pero no emiten expresión alguna que me permita descifrar su estado de ánimo.

Trato de cuestionar su presencia en mi habitación pero algo lo impide, sin embargo, pudiera jurar que estamos dialogando, ellos me preguntan muchas cosas y yo les contesto, pero no emito ningún sonido y sin embargo estoy dialogando.

En ese momento trato de imaginar si estoy despierto o estoy dormido, no entiendo nada, luego, misteriosamente siento como si estuviera volando, no se como pero de momento todos estamos en una especie de elevador, se cierran las puertas y percibo que estamos subiendo.

Después de unos instantes se abre la puerta e ingresamos a una especie de quirófano muy bien equipado, hasta este momento confío en que estoy soñando y que se trata de ese tipo de sueños que es difícil despertar.

Me colocan en un lugar especial para hacer una exploración médica como lo que conocemos, colocan en mi cuerpo una serie de sensores que están conectados por medio de cables a unas máquinas parecidas a las que vemos en un hospital.

Luego de un tiempo razonable, me levantan y me conducen a una habitación totalmente distinta, donde me dicen que debo descansar por un corto tiempo para regresar al punto de partida.

Experimento grandes deseos de salir huyendo, pero resulta que no se ni donde me encuentro, además me siento extremadamente cansado y poco a poco me estoy quedando dormido.

Cuando despierto, no se que tiempo ha transcurrido, me parece que solo se han consumido unos instantes y una vez más trato de levantarme, pero, sigo con el impedimento causado por no se que problema, simplemente no logro incorporarme.

Intempestivamente se abre la puerta y los personajes que antes me trajeron a este sitio ahora sin decir nada, me levantan sin ningún esfuerzo y me conducen a esa especie de elevador para emprender el viaje de regreso, supongo.

No entiendo como es que en un instante estoy despertando nuevamente, como al principio de este relato, ahora, poco a poco estoy despertando como todos los días, me incorporo y reviso cada espacio de mi cuarto, trato de encontrar algo que me diga que fue lo que sucedió.

En realidad, deseo que todo haya sido un terrible sueño, que nada tenga que ver con la vida real, que simplemente se trate de un viaje increíble.

domingo, 9 de octubre de 2011

Al cruzar la línea

Tal vez mi edad era entre 8 y 9 años cuando experimenté un cambio radical en mi mentalidad de niño a niño mayor, es posible que todo haya sido natural, pero entonces experimenté una emoción poco conocida.

Resulta que en años o meses anteriores podía jurar que los dibujos de caricaturas en los periódicos cobraban vida y movimiento, lo cual resultaba maravilloso y disfrutaba mucho con la vida que obtenían esos dibujos.

En ocasiones imaginaba con un realismo sorprendente, que esos dibujos adquirían vida propia y dialogaban conmigo, platicábamos durante unos minutos y al terminar nos despedíamos con un protocolo previamente establecido.

Tiempo después, no recuerdo cuanto, quise hablar nuevamente con los mismos dibujos y sorpresa, ya no se movieron nunca más, tampoco dialogaron como lo hacían, intenté recuperar la comunicación y nada, nada se pudo lograr.

Al día siguiente volví a intentarlo y nuevamente fracasé y durante varios días me resistía a aceptar el fracaso, pues se trataba de los mismos dibujos que antes hablaban conmigo, era el mismo periódico y nada, como si hubieran desaparecido, pero allí estaban, sin vida propia.

Debieron transcurrir algunos meses cuando volví a intentar conversar con ellos, recuerdo que en mi mente hacía esfuerzos por lograr esa comunicación, el fracaso continuaba sin remedio.

Desde luego que nunca me atreví a preguntar a alguien que era lo que pasaba, pues ni yo mismo sabía como preguntar, o que decir, temía que se burlaran de una pregunta de ese tipo, suponía que nadie lo había experimentado como yo.

El tiempo fue mi mejor aliado, no se cuando o como fue, simplemente acepté la nueva realidad, los dibujos eran solo eso, dibujos, sin vida, sin emociones, sin facultad para dialogar conmigo y tal vez con nadie.

Nunca me atreví a contarlo a nadie, siempre tuve el temor de convertirme en centro de burla o falta de aceptación, comprendí que debía vivir con ello hasta este momento, en que me atrevo a contarlo en estas líneas, espero le sirvan a quien viva esta situación ahora, antes o a futuro.

Cuando estaba por terminar este reporte, no resistí la tentación de preguntar a un pretendiente de mi nieta, él simplemente relató lo vivido, de manera similar a mi historia, con la diferencia de que me asegura que él hacía hablar a los dibujos.

De un modo o de otro, lo que escuché de ese muchacho, transformó mi pensamiento en el sentido de que él, sin limitante alguna me contó su experiencia, solo difiere en el sentido de afirmar que él hacía hablar a los dibujos, y los míos dialogaban conmigo.

En términos generales acepto que es una situación normal, eso es a lo que llamo: Cruzar la línea, esa línea imaginaria entre la niñez y la niñez mayor, aunque debo admitir que a mi me sucedió entre los 8 y los 9 años.

Es posible que la variante en edad sea un poco amplia, quizás eso lo determine el medio ambiente en el que el niño se desarrolla o el tiempo y la época, supongo que no es lo mismo los años cincuentas del siglo pasado, a la primera década del siglo actual.

De cualquier manera, creo que debe ocurrir cuando sea el tiempo exacto, en que deba ocurrir para cruzar esa línea.