viernes, 16 de septiembre de 2011

El Rey Midas

El cuento del Rey Midas describe a la perfección el estado patológico que muchas personas ambiciosas sufren sin darse cuenta del daño que causan y el daño que se causan.

El Rey Midas adoraba el oro con pasión enfermiza, es un asunto que lo vemos ayer hoy y posiblemente lo veremos mañana, hoy día existen personajes que muestran esa patología en forma exagerada.

El Rey Midas sigue vivo, está vivo en personas que se enriquecen muy rápido, no así los empresarios que de dedican a la transformación de los materiales.

El Rey Midas es el claro ejemplo de quienes sin pertenecer a casas reales, logran amasar grandes fortunas por medios no muy lícitos, o por mecanismos no comunes en cualquier sociedad.

Cuando el Rey Midas se encuentra embelesado, contando el oro que tiene guardado en el lugar secreto de su palacio, sus pensamientos divagan en la forma de obtener más oro.

Alguien dijo una vez: Cuidado con lo que piensas, porque se puede hacer realidad y eso es exactamente lo que le ocurrió al Rey Midas, pensando en la manera de acaparar más oro se aparece un personaje que le va a cumplir el deseo.

Por medio de sortilegios se cumple ese deseo y la sentencia es que a la mañana siguiente cuando el sol sea visible por su ventana todo lo que su mano toque, se convertirá en oro.

El deseo se cumple y a partir de ese momento todo cuanto es tocado por la mano real de inmediato es convertido en oro y la felicidad es extrema, ahora el Rey es inmensamente feliz.

El cuento describe a su hija como una niña dulce y encantadora que vuelca su alegría cuidando y disfrutando el jardín y el aroma de las flores que lo califica como lo más hermoso de su vida.

La hija del Rey es lo más valioso que existe en su reino, de manera que cuando ambos se disponen a comer, se dirigen al comedor real, ocupan sus lugares habituales y la niña con su alegría característica hace de la hora de comida el momento más importante del día.

Durante la comida, la hija del Rey manifiesta una alegría relativa porque se da cuenta que su padre no ha probado alimento desde que se sentó a la mesa y con un gesto de preocupación le cuestiona el hecho de no haber probado alimento.

El rey tratando de suavizar el momento se levanta del asiento, se dirige a su hija y al tocar su cabeza en señal de cariño, de inmediato la niña se convierte en una estatua de oro.

El final de este cuento desde luego que tiene un final feliz, pero lo más importante es que coloca sobre la mesa de análisis todos los elementos necesarios para demostrar la importancia de los valores humanos que son lo más importante.

El oro finalmente es eso, un metal, carece de vida, quizás sea muy importante para muchas personas, pero el Rey Midas comprendió que su hija, era lo más valioso de su reino.

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