El
cuento del Rey Midas describe a la perfección el estado patológico que muchas
personas ambiciosas sufren sin darse cuenta del daño que causan y el daño que
se causan.
El Rey
Midas adoraba el oro con pasión enfermiza, es un asunto que lo vemos ayer hoy y
posiblemente lo veremos mañana, hoy día existen personajes que muestran esa
patología en forma exagerada.
El Rey
Midas sigue vivo, está vivo en personas que se enriquecen muy rápido, no así
los empresarios que de dedican a la transformación de los materiales.
El Rey
Midas es el claro ejemplo de quienes sin pertenecer a casas reales, logran
amasar grandes fortunas por medios no muy lícitos, o por mecanismos no comunes
en cualquier sociedad.
Cuando
el Rey Midas se encuentra embelesado, contando el oro que tiene guardado en el
lugar secreto de su palacio, sus pensamientos divagan en la forma de obtener
más oro.
Alguien
dijo una vez: Cuidado con lo que piensas, porque se puede hacer realidad y eso
es exactamente lo que le ocurrió al Rey Midas, pensando en la manera de
acaparar más oro se aparece un personaje que le va a cumplir el deseo.
Por
medio de sortilegios se cumple ese deseo y la sentencia es que a la mañana
siguiente cuando el sol sea visible por su ventana todo lo que su mano toque,
se convertirá en oro.
El deseo
se cumple y a partir de ese momento todo cuanto es tocado por la mano real de
inmediato es convertido en oro y la felicidad es extrema, ahora el Rey es
inmensamente feliz.
El
cuento describe a su hija como una niña dulce y encantadora que vuelca su
alegría cuidando y disfrutando el jardín y el aroma de las flores que lo
califica como lo más hermoso de su vida.
La hija
del Rey es lo más valioso que existe en su reino, de manera que cuando ambos se
disponen a comer, se dirigen al comedor real, ocupan sus lugares habituales y
la niña con su alegría característica hace de la hora de comida el momento más
importante del día.
Durante
la comida, la hija del Rey manifiesta una alegría relativa porque se da cuenta
que su padre no ha probado alimento desde que se sentó a la mesa y con un gesto
de preocupación le cuestiona el hecho de no haber probado alimento.
El rey
tratando de suavizar el momento se levanta del asiento, se dirige a su hija y
al tocar su cabeza en señal de cariño, de inmediato la niña se convierte en una
estatua de oro.
El final
de este cuento desde luego que tiene un final feliz, pero lo más importante es
que coloca sobre la mesa de análisis todos los elementos necesarios para
demostrar la importancia de los valores humanos que son lo más importante.
El oro
finalmente es eso, un metal, carece de vida, quizás sea muy importante para
muchas personas, pero el Rey Midas comprendió que su hija, era lo más valioso
de su reino.