Uno de
mis nietos de nombre José, sin darme cuenta fue creciendo como todo un
caballero y un día de tantos, tocan a la puerta y oh, una señorita muy
agraciada directamente pregunta: ¿Se encuentra Pepe?
La
verdad es que de momento no supe que contestar, el impacto fue tan grande que
permanecí algunos instantes en silencio, hasta reponerme de la sorpresa y solo
acerté a decir: un momento, en seguida baja.
Me
dirigí a su recamara, pero Pepe estaba ya en la escalera y solo me avisa que
saldría con Rosita a tomar un helado en la plaza del centro del pueblo.
Mayor
fue la sorpresa cuando comprendí que ya había crecido mi nieto y ni siquiera me
había dado cuenta, en ese momento la imaginación desencadenó una serie de
eventos que no lograba controlar.
La
curiosidad me obligó a dirigirme hasta donde se encontraban los tortolos, y
checar con mis propios ojos el valor del romance que comenzaba, de acurdo con
mis datos.
Hacía
tiempo que no presenciaba un romance tan limpio, tan inocente como el que
estaba frente a mis ojos, tomando su helado, muy juntos e intercambiando
miradas que hacía mucho tiempo había olvidado que existían.
Regresé
a casa con la seguridad de que, había presenciado un amor como el que
experimenté en los primeros años de cortejar, a la que fue mi esposa.
Me
disponía a disfrutar de un descanso bien merecido en la soledad de la casa
cuando, el teléfono interrumpe esa maravillosa tranquilidad y escucho a mi
nieto con voz entrecortada y con preocupación, de inmediato me dirijo a donde
se encontraba.
Resulta
que por accidente, mi nieto lesionó a un joven con el auto que le regalé al
cumplir los 16 años, en estos días estrenaba carro y permiso oficial de
conductor, solo faltaba conocer el estado de salud del lesionado.
La
tremenda sorpresa fue que el lesionado era pariente cercano de la novia de mi
nieto, esto complicó la situación porque ahora se enteraban que mi nieto y ella
se ostentaban como novios, lo cual desencadenó el malestar familiar de la
novia.
Desde
luego que me adelanté a explicar a los parientes del lesionado, que la
aseguradora del auto se encargaría de los gastos como lo prevé el contrato
póliza, si la compañía no cubría la totalidad de los gastos, desde luego que
asumiría la responsabilidad.
No
comprendo porqué la familia se negaba a llegar a un acuerdo, discutían una y
otra vez una misma cosa, el asunto era crear el descontento familiar, pues, de
ninguna manera aceptaban solución alguna.
Mientras,
en el exterior del nosocomio se discutían los puntos fríos del accidente y
parecía no haber arreglo alguno, hasta que fueron interrumpidos por el parte
médico que da cuenta del deceso del accidentado.
Esto
cambia radicalmente las cosas a tal grado que ahora se habla de homicidio y la
discusión se vuelve incontrolable, a tal grado que prefiero dejar la
continuación de esta historia en el próximo relato.
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