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sábado, 25 de abril de 2015

Día del niño

Día del niño
Por: Julio Torres.
La celebración del día del niño debía convertirse en acciones de protección, el futuro de nuestro país y de todos, es la niñez ya que poco o nada se hace en favor de ellos, el compromiso no solo es que puedan asistir a la escuela y “atiborrar el abdomen” rústicamente hablando, se requiere que todos los niños tengan acceso a todo lo que el mundo moderno ofrece, la cifra es enorme, de niños maltratados y obligados a trabajar casi como esclavos o arriesgando la vida permanentemente en las calles pidiendo limosna cada vez que la luz roja o verde permiten la circulación de los automóviles.
La regla dice que el día en el niño debe utilizarse de la siguiente manera: Ocho horas de sueño, ocho de trabajo, o sea su tiempo en la escuela y ocho horas de descanso o juego, y en la medida que se cumplan estas
actividades a lo largo del día, esa vida que apenas comienza se desplegará de manera grandiosa y la sociedad recibirá adultos sanos y comprometidos que continuarán con la misma práctica cuando se trate de sus futuros hijos, y entonces, podremos afirmar que la sociedad de este país se ha sincronizado con el primer mundo.
Los pretextos que impedirán cumplir con este sueño van a ser muchos y tal vez uno de ellos será el que papá y mamá trabajan de las 8 de la
mañana y hasta las 5 de la tarde y que el tiempo que debieran utilizar en sus hijos se ve reducido a causa de la transportación de casa al trabajo, pero entonces, ¿Qué hacer? Aunque parezca reiterativo, una gran parte de la culpa se debe transferir al sistema de gobierno ya que en la práctica los papás entregan vía impuestos al estado el 50 o 60 % de lo que perciben y ese porcentaje lo utiliza el estado en mantener una burocracia muy elevada e improductiva.
Creo que bajo esta idea, lo que hace falta es que en el país se diseñe una
política que permita la libertad de empresa y la libertad de comercio efectivamente, de persistir en el mismo sistema los niños se ven reclutados por las actividades ilícitas y entonces, la necesidad de reclutar una mayor cantidad de policías, aumenta el gasto del gobierno. Por otro lado, la carga de impuestos y reglamentos a las grandes empresas se ven obligadas a reducir sus plazas de trabajo y como tampoco le reducen la carga a las medianas y pequeñas empresas, las personas que han perdido su trabajo en las grandes empresas terminan también en actividades peligrosas, y la pregunta entonces se agranda, ¿Y qué hacemos con los
niños?
En estos días en que se avecinan las elecciones no veo ni escucho a candidato alguno ni partido o político decirme o decirnos que tienen un proyecto de solución social, ellos se han dedicado a utilizar los tiempos de promoción del voto en adularse, manifestando que la verdad es de ellos y descalifican al rival con argumentos pueriles e insultantes a nosotros que somos quienes de alguna manera solventamos sus gastos
no solo de campaña, sino el pasaporte hacia su riqueza que en los próximos años habrán de presumir haciendo largos viaje con toda la familia y hasta haciendo compras millonarias en las tiendas más lujosas.

Quiero adelantar mi petición a Santa o a los reyes magos: Que las leyes de mi país se convirtieran en una verdadera ayuda al ciudadano, nosotros, lo único que deseamos es trabajar, ya que trabajando podemos generar riqueza, que con el dinero que se gastan en las grandes tiendas, mejor se compre maquinaria barata en cualquier parte del mundo y que podamos adquirirla con grandes facilidades y con dicha maquinaria podremos producir infinidad de productos del campo, como de las industrias de transformación y entonces, no va a importarnos pagar impuestos excesivos, pero, por favor, queremos trabajar y
generar riqueza y todos seremos felices y a nuestros niños les festejaremos su día como ellos lo merecen.

domingo, 9 de octubre de 2011

Al cruzar la línea

Tal vez mi edad era entre 8 y 9 años cuando experimenté un cambio radical en mi mentalidad de niño a niño mayor, es posible que todo haya sido natural, pero entonces experimenté una emoción poco conocida.

Resulta que en años o meses anteriores podía jurar que los dibujos de caricaturas en los periódicos cobraban vida y movimiento, lo cual resultaba maravilloso y disfrutaba mucho con la vida que obtenían esos dibujos.

En ocasiones imaginaba con un realismo sorprendente, que esos dibujos adquirían vida propia y dialogaban conmigo, platicábamos durante unos minutos y al terminar nos despedíamos con un protocolo previamente establecido.

Tiempo después, no recuerdo cuanto, quise hablar nuevamente con los mismos dibujos y sorpresa, ya no se movieron nunca más, tampoco dialogaron como lo hacían, intenté recuperar la comunicación y nada, nada se pudo lograr.

Al día siguiente volví a intentarlo y nuevamente fracasé y durante varios días me resistía a aceptar el fracaso, pues se trataba de los mismos dibujos que antes hablaban conmigo, era el mismo periódico y nada, como si hubieran desaparecido, pero allí estaban, sin vida propia.

Debieron transcurrir algunos meses cuando volví a intentar conversar con ellos, recuerdo que en mi mente hacía esfuerzos por lograr esa comunicación, el fracaso continuaba sin remedio.

Desde luego que nunca me atreví a preguntar a alguien que era lo que pasaba, pues ni yo mismo sabía como preguntar, o que decir, temía que se burlaran de una pregunta de ese tipo, suponía que nadie lo había experimentado como yo.

El tiempo fue mi mejor aliado, no se cuando o como fue, simplemente acepté la nueva realidad, los dibujos eran solo eso, dibujos, sin vida, sin emociones, sin facultad para dialogar conmigo y tal vez con nadie.

Nunca me atreví a contarlo a nadie, siempre tuve el temor de convertirme en centro de burla o falta de aceptación, comprendí que debía vivir con ello hasta este momento, en que me atrevo a contarlo en estas líneas, espero le sirvan a quien viva esta situación ahora, antes o a futuro.

Cuando estaba por terminar este reporte, no resistí la tentación de preguntar a un pretendiente de mi nieta, él simplemente relató lo vivido, de manera similar a mi historia, con la diferencia de que me asegura que él hacía hablar a los dibujos.

De un modo o de otro, lo que escuché de ese muchacho, transformó mi pensamiento en el sentido de que él, sin limitante alguna me contó su experiencia, solo difiere en el sentido de afirmar que él hacía hablar a los dibujos, y los míos dialogaban conmigo.

En términos generales acepto que es una situación normal, eso es a lo que llamo: Cruzar la línea, esa línea imaginaria entre la niñez y la niñez mayor, aunque debo admitir que a mi me sucedió entre los 8 y los 9 años.

Es posible que la variante en edad sea un poco amplia, quizás eso lo determine el medio ambiente en el que el niño se desarrolla o el tiempo y la época, supongo que no es lo mismo los años cincuentas del siglo pasado, a la primera década del siglo actual.

De cualquier manera, creo que debe ocurrir cuando sea el tiempo exacto, en que deba ocurrir para cruzar esa línea.