Un niño de apenas entre tres y cuatro
años de edad pregunta a la persona que realiza las labores de la casa: ¿Tú
sabes donde se encuentra mamá? La he estado buscando desde la mañana y es la
hora que no la encuentro.
Esa persona no se atreve a pronunciar
palabra porque sabe que la mamá ya no está entre nosotros y teme causar algún
tipo de problema si contesta la pregunta.
El niño le vuelve a cuestionar pero ahora
con tono amable como quien desea obtener una respuesta a modo. “yo sé que tú
sabes dónde está mamá, y no quieres decirlo, pero mira, no te preocupes, cuando
la vea le diré que tú nunca me lo dijiste.
Sin dar respuesta esa persona trata de
evadir la mirada del niño y simplemente se retira con cierta prisa y evitar un
nuevo cuestionamiento.
Como la casa es un tanto grande, el niño
comienza a recorrer las habitaciones, una a una la revisa y le resulta
frustrante que en ningún lado encuentra la respuesta, su mamá no está en casa.
Sale al jardín y revisa cada espacio que
además resulta bastante grande y poco a poco termina por desistir, sin embargo,
decide regresar al interior de la casa y volver a revisar las habitaciones.
Cuando llega a un cuarto que mamá ocupa
con las personas que le ayudan en las labores de lavado y planchado de ropa,
desde ese lugar ordena la tarea para cada persona del servicio.
La mamá está de espaldas al niño y él,
sin decir nada simplemente abraza por la espalda a su mamá sin ver el rostro y
le dice: Mamá, es hora que nadie me ha dado de comer y siento mucha hambre.
La mamá sin voltear le dice al niño: Ve
al comedor, allí se encuentra una señora que recién ha sido contratada y ella
está preparando un platillo especial para ti que te va a gustar.
El niño sale de inmediato casi corriendo
y se dirige no al comedor sino a la cocina y en efecto allí se encuentra una
señora de edad que prepara comida y le dice al niño: puedes sentarte en el
lugar que gustes, ahora te llevo de comer.
Sin decir palabra el niño se dirige a una
silla dentro de la misma cocina y pacientemente espera que le sea servida la
comida, y con determinada rapidez, la señora coloca cada uno de los utensilios
que recibirán aquello que huele sabroso.
El niño devora prácticamente los
alimentos que le ha preparado la señora, debieron estar tan sabrosos como
aparentaban y sin decir palabra toma una y otra ración sin detenerse.
Cuando termina, como todo un caballero le
dice que la comida ha resultado deliciosa, que la felicita y que le pide ser
ella la que a partir de ese día se encargue de preparar los alimentos.
Ella contesta agradecida que así será si
él así lo quiere, bajo la promesa que se comerá todo lo que ella le prepare y
él le contesta que acepta con agrado el reto.
Pero surge la pregunta inicial: ¿Sabes
dónde está mamá? Y ella le contesta: Hoy por la noche cuando veas en el cielo
una estrella, la más brillante, la que te llame más la atención, esa es la
nueva estrella que brillará para siempre, allí es donde tu mamá descansará
hasta que tú seas grande y puedas brillar tanto como ella en este momento.
Cuando tengas hambre, díselo a ella,
cuando tengas frío y cuando te sientas solo, no dudes en pedirle que te
acompañe, ella estará siempre, siempre a tu lado, no lo olvides.
A pesar de la poca edad del niño, él se
mantiene atento a cada palabra y permanece en silencio como aceptando que
entiende todo lo que la señora le dice, pues la voz de la señora es igual a la
de su mamá.