Este era un niño muy pobre que para evitar sentir hambre buscaba un sitio apartado para dormir a cualquier hora del día y en uno de sus intentos por dormir la necesidad de un poco de alimento le impedía conciliar el sueño ya que eran apenas las 12 del día y el sol se encontraba en todo su esplendor.
De manera ruidosa cruza un camión recogedor de basura y de él se desprende una bolsa que contiene una guitarra que alguien decidió abandonar en el carro de la basura por su estado desastroso.
La guitarra llega hasta los pies del niño y éste la toma con mucho cariño y comienza a pulsar la única cuerda que permanece utilizable y sin darse cuenta logra obtener algunas notas musicales que lo transportan hasta el infinito.
La melodía que interpreta le resulta hermosa y además desconocida, pero en un instante se ve colocado en un gran escenario donde lo aprecia una gran cantidad de público que corea su melodía que está a punto de terminar.
Los aplausos se multiplican y aquello se convierte en un éxito maravilloso y al hacer explosión uno de los fuegos artificiales se inunda todo el escenario de humos de colores y el niño despierta.
Regresa al lugar donde trataba de dormir, la guitarra se encuentra en sus manos y solo se escuchan unos cuantos sonidos desordenados y colorín colorado.