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jueves, 25 de agosto de 2011

En el País de Nunca Jamás


Nunca traten de crecer, pero si no pueden evitarlo, nunca pierdan su fantasía, tampoco su imaginación, solo así estaremos siempre juntos.

Ese es el mensaje de Peter Pan y tratar de convencer a los niños de que se queden el país de nunca jamás.

En este cuento se manifiesta todo aquello que hace a las personas perder la dimensión de las cosas cuando se anteponen los sentimientos a una amistad verdadera que es lo que debe prevalecer siempre.

Se ha dicho muchas veces que todos tenemos algo de Peter Pan que nos impide conducirnos como adultos, que siempre estamos soñando en un mundo perfecto.

Es posible que tengan razón quienes así nos califican, pero creo que sin sueños y sin ilusiones la vida resulta vacía y no debemos olvidar que los grandes descubrimientos requieren primero que surjan de la imaginación.

Las trampas que el capitán Garfio diseñaba, son similares a las trampas que nuestros enemigos conocidos o desconocidos colocan para impedir nuestros triunfos.

Esos enemigos siempre buscan perjudicarnos mediante las personas que más queremos, como fue el caso de Wendy y los niños y desde luego a Peter Pan al convencer a Campanilla de la traición.

Por fortuna ella, Campanilla recapacitó y recobró el buen camino, como lo hacen muchas veces las personas que nos quieren y que por mala influencia de amistades malas son utilizadas para hacernos daño.

La historia de Peter Pan siempre me ha parecido muy adecuada para exaltar los valores familiares, pues el hecho de que los niños Wendy, Michael y John desearan regresar a casa, habla del amor que en familia se practica.

La forma en que los piratas enemigos de Peter Pan tratan de neutralizar sus acciones, en nada difiere con las trampas que alguna vez hemos sufrido con nuestros enemigos.

No tenemos que buscar el país de nunca jamás allá afuera, ese mundo existe pero dentro de nosotros mismos, nada impide que vivamos ese mundo fantástico, ese mundo maravilloso.

Cuando alguien trate de evitar que apreciemos ese país de nunca jamás, solo habremos de sugerir que seguimos siendo niños, con responsabilidades de adulto, con pensamientos de adulto, pero dispuestos a dar amor como niños.

Quien no sabe dar amor como niño, sencillamente no vale la pena que haya crecido, me temo que ha perdido el tiempo, porque se ha perdido lo más importante de la vida, el arte de imaginar que si existe el país de nunca jamás.