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jueves, 9 de abril de 2015

Vida libre de preocupaciones

Cuentos y más
Vida libre de preocupaciones
Por: Julio Torres
Desde temprana edad he escuchado sobre “el mal” que ataca a todos los seres humanos, de todos los niveles sociales, de todas las razas, de todas las creencias, de todos los niveles de educación; pero entonces, si es una patología vigente en todos las personas, ¿qué es lo que ocurre con los científicos que se han rezagado en descubrir un antídoto?, esa enfermedad es la preocupación, parece inofensiva, pero cuántas personas han llegado hasta el suicidio.
Empecemos entonces por encontrar la diferencia entre el bien y el mal que pareciera la causa de esas ansiedades, nuestras creencias sociales y religiosas definen de una manera fanática el bien y el mal; argumentan sistemáticamente que  el mal pertenece al demonio y el bien a Dios, como si se tratara de dos contrincantes, sin concebir que ambos en realidad
proceden del mismo sitio más bien ambos mantienen el equilibrio suficiente que conserva la vida, resulta una falacia afirmar que haciendo el bien conseguiremos alcanzar la vida eterna, cuando que esa vida eterna ya la tenemos desde antes de venir a esta, o así lo entiendo, es parte de una lógica física o filosófica bastante estudiada por los seres humanos desde la noche de los tiempos.
Otra diferencia que debemos tener en cuenta es la virtud y el vicio, dos
elementos de equilibrio que permiten hacer bien las cosas o hacerlas mal, de manera que si tratamos de ser virtuosos y no conocemos los límites, ser demasiado virtuosos nos puede obligar a cruzar la delgada puerta que conduce al vicio, pero, entonces, ¿Qué es lo que debemos hacer y que ese equilibrio permanezca en la posición que debe estar? Es por eso que en primera instancia debemos dudar de todo cuanto nos
digan, porque nadie es dueño de la verdad, inclusive puede tratarse de una verdad a medias o una verdad nociva, lo mejor es aplicar una duda filosófica que nos indique el camino hacia una verdad congruente, pero sobre todo, una verdad que no deje lugar a dudas.
Debemos entender que cuando llegamos a este mundo lo hacemos de una manera totalmente inconsciente, nos hace sentir seguros ante cualquier situación , en nuestro corazón no existe la maldad aún, nada sabemos sobre el bien o el mal, sobre la virtud o el vicio, tampoco sabemos cosa alguna que se refiera a Dios, mucho menos sabemos sobre
la creación, una pregunta complicada: comprendemos al omnipotente como lo describe la religión o como lo conciben nuestros padres, tampoco entendemos la esclavitud en que han vivido por siglos en esta tierra y pretenden impulsar el estudio de la verdad que supongo que muchos de nosotros apenas logramos comprender parcialmente.
Al paso del tiempo nos van inculcado una serie de mentiras con piel de verdades, que además pretenden que las aceptemos por todos los medios, pudiera ser inconsciente, porque así lo hicieron con nuestros padres y hasta que tenemos uso de razón con determinados
conocimientos podemos eludir tremenda serie de imposiciones que solo generan más ignorancia, colocándonos indefensos ante los ambiciosos y con ello eliminar las preocupaciones.

Un recurso casi infalible es hacer una meditación sobre el asunto en sí, es decir, preguntarnos ¿qué deberes tenemos hacia nosotros; con nuestros semejantes y con nuestro Dios? Y luego trazar la medida que nuestra inteligencia juzgue conveniente y liberarnos de esa enfermedad llamada preocupaciones que en el cuadro de enfermedades parece inofensiva.

viernes, 4 de julio de 2014

Si está mal, empeorará

Cuentos y más

El fútbol de México
Mucho se ha comentado en torno a los sucesos recientes en Brasil, resulta difícil comprender lo que ocurre dentro del grupo organizador del campeonato mundial de fútbol, los comentarios en México parecen copia fiel de los encabezados periodísticos de los últimos cuarenta o cincuenta años y nadie sabe en realidad que es lo que se debe hacer, vemos que a lo largo de los años siguen siendo los mismos países los que se disputan el triunfo y el resto convertidos en “comparsas” que financian el espectáculo.
Este año, México ha presentado un plantel bastante organizado, con entusiasmo y amor al deporte, sin embargo, desde el primer partido quedó claro que “México no debía avanzar” más allá de lo que los organizadores calcularon, la deficiencia en el criterio de los árbitros quedó manifiesta desde el primer momento, o tal vez dichos árbitros solo estaban obedeciendo órdenes superiores con signo de monedas de alta denominación.
Entiendo que se trata de un espectáculo, pero el resto de la población

puede no entenderlo de la misma manera, ya que sigue llenando los estadios de fútbol y le da seguimiento en los medios electrónicos, aunque solo sea por el placer de organizar reuniones familiares o amistosas, el evento se presenta adecuado y ofrece resultados maravillosos al momento de celebrarse la justa deportiva, las calles desiertas durante los eventos así lo certifican, pero una vez más, el fantasma de la derrota vuelve como ha ocurrido durante tantos años.
Me resulta afirmativo que en México nunca se ha podido triunfar “en equipo”, muchas veces he pensado que la causa debe ser más
profunda de lo que parece, revisando la historia profana y no la oficial, encuentro que México nunca ha sido un país unido; antes de la llegada de españoles ya se encontraba muy dividida esta región, cada pueblo, pequeño o grande buscaba ser independiente, comenzando por la diferencia de idioma o dialecto, como se le quiera definir, de manera que al llegar la conquista, el terreno se encontraba “fértil” con la diversidad de ideas.
Luego, entre los españoles existía una división muy parecida, basta con revisar el momento en el que Hernán Cortés parecía haber logrado
dicha “conquista” y ya se encontraba Pánfilo de Narváez en las costas de México listo a derrocar a Cortés, lo que finalmente no ocurrió tal vez porque Cortés era mejor estratega, o más inteligente, pero lo que resulta incomprensible es que si ambos mostraban lealtad al mismo Rey, se presenta esa traición y muchas más en el correr de los años en la Nueva España.
Después de la llamada “Independencia”, iniciada y promovida por los
“criollos”, que estaban divididos con los emigrantes españoles por infinidad de problemas, aunado a los conflictos de ese tiempo en Europa, se consuma “nuestra independencia” que desencadenó un sinfín de divisiones entre los que “triunfaron”.
Con los postulados de un nativo muy talentoso se construye una
reforma excelente en el papel, lamentablemente al tratar de implementarla, desencadena otros conflictos con nuevas divisiones, hasta que veinte años antes del término del siglo otro nativo talentoso crea una especie de monarquía con los mismos postulados y se consigue un avance sobre todo económico, aunque el social y cultural habrán de tardar un poco más, pero en aquel momento una nueva división produce lo que se conoce como “revolución”.
En el pasado siglo florece otra especie de monarquía pero ahora con “siglas y colores” creando nuevos estilos de divisiones sociales, provocando bastante daño hasta el presente, lo cual me hace pensar que seguimos pensando y preguntándonos: ¿Cómo debe ser nuestro sistema político? Pareciera que seguimos esperando quien nos conteste esa pregunta que no hemos sabido encontrar por nosotros mismos, pues gracias a esas divisiones políticas y a otras de tipo religioso, las familias se han convertido en terreno fértil de una división desdichada.
Es por eso que me permití tomar el tema del fútbol, como muestra clara de lo que ha padecido este México querido, hoy día en el que por fin se ha logrado integrar un equipo de fútbol con bastantes posibilidades de triunfo, agentes externos se han encargado de oscurecer nuestras ilusiones, mi pregunta entonces: ¿Debemos buscar una monarquía o luchamos por una verdadera democracia? o ¿Será entonces que nuestra identidad no se fijado con firmeza? O finalmente es que no tenemos identidad.

Una solución puede ser el trabajo con la niñez actual, que se entere a temprana edad de una historia profana y no una oficial, que le permita comprender lo que ha sido México en los últimos quinientos años, sin afán de encontrar intemperancias, la verdad es necesaria, sin maquillaje, sin mentiras, sin tendencias maliciosas ni fantasías, somos lo que nuestros antepasados quisieron que fuéramos, nuestra obligación hoy, es trabajar por los cambios que sean necesarios y que nuestros hijos y nietos nunca más sean perdedores, que su identidad
sea de triunfadores en todas las actividades sociales, la invitación es que tengamos el valor de iniciar la solución de lo que está mal y posiblemente a mediados de este siglo México girará 180 grados en bien de todos los compatriotas.