Mostrando las entradas con la etiqueta Justicia. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Justicia. Mostrar todas las entradas

domingo, 12 de abril de 2015

Honor, virtud y justicia

Cuentos y más

Honor, virtud y justicia
Por: Julio Torres.
Esta es la mejor definición de la conciencia, encuadrada en el departamento de los instintos sociales, se escucha bonito ¿No le parece? Pero una mala educación todo lo envilece, sin duda la conciencia es nuestro propio juez, ya que nos ayuda a conocer lo bueno y lo justo, manejando la inteligencia que crea las artes y las ciencias conforme a los conceptos: Honor, virtud y justicia, y reafirmando que todos los seres humanos nacemos libres, iguales y fraternos.
Como un buen propósito pediré a mi conciencia que me permita respetar los derechos de mis amigos, parientes y hermanos, de manera que el
concepto hermandad se cumpla como debe ser, y me permita cumplir con mis deberes, facilitarme el estudio de mí mismo que me auxilie en el proyecto de corregir mis defectos, disimular los de amigos y hermanos, pero aconsejarlos en la búsqueda de su evolución e indagar la forma de destruir los engaños que desvían la inteligencia y buscar una guía mientras esa facultad se desarrolla en mí.
La conciencia es como un maestro secreto que nos indica lo que es bueno y conveniente; pero en los actos del pensamiento, surge una palanca poderosa, fuerte y violenta a modo de rayo, conocido como la inteligencia, que ayuda a la conciencia facilitando la obra, por lo tanto podemos asegurar que estas dos grandes facultades colocan al ser humano en actitud de ser feliz y útil a sus semejantes.
El albedrío nace de la inteligente combinación de ideas, como la luz nace de la combinación de los siete colores primarios, de manera que si no
existe inteligencia no puede haber albedrío; el ser humano se distingue de los demás seres, sus impulsos son solo instintivos por la facultad de controlar esos instintos y su libertad de actuar de acuerdo con los impulsos exteriores o interiores y aún suprimirlos cuando la razón y la inteligencia se lo aconsejen.
La justicia es la voluntad de vivir honestamente, no dañar a un tercero y procurar el equilibrio entre el derecho propio y el ajeno; no podemos vivir aislados, hemos nacido como parte de una sociedad con el objetivo de ser útiles a nuestros semejantes y procurar ser justos; la conciencia desempeña un papel muy importante; nos sirve de guía, indica el camino que nuestra inteligencia examina y que la voluntad escoge; la tendencia final es la justicia, aspiración difícil, pero muy noble, los seres humanos
necesitan ser iguales y alcanzar la igualdad solo se consigue cuando sean justos.

Honor, virtud y justicia se traduce en progreso individual, necesario en la evolución social, así es el trabajo de la conciencia, como fuente de conocimiento reflexivo convirtiéndose en el mejor y más elocuente auxiliar de todo ser humano, porque le traza el camino por el cual puede llegar a ser útil a sus semejantes, labrando su propia satisfacción, porque utiliza adecuadamente las facultades que lo distinguen del resto de las
especies vivas.

martes, 21 de mayo de 2013

Preboste

Cuentos y más
Durante la edad media el cargo de preboste personificaba a una dignidad en las abadías y al mismo tiempo en el antiguo régimen francés, el preboste era un funcionario público elegido por el rey, con la función de administrar la economía y le confiaba además los asuntos judiciales, por lo que se le denominaba “preboste o juez” lo cual le confería el título de maestro irlandés que por ese tiempo, eran considerados los individuos o maestros mejor preparados.
Un preboste salvaguardaba la soberanía, esto es, el poder de dictar leyes e implantar prácticas efectivas, ya que no hay autoridad que pueda nacer de si misma, la soberanía de ninguna manera puede encontrarse fuera del hombre, porque es su derecho como facultad derivada de la naturaleza humana, es como la verdad que no es patrimonio de unos o de otros, la soberanía es propiedad de la asociación humana.
Ciertamente, la soberanía es la voluntad y el derecho de una persona, así lo describen los textos que de este tema hablan, pero se comprenderá mejor si todo lo anterior lo aplicamos en nosotros mismos, es decir, la estructura social es similar o modelo de nuestro cuerpo, de nuestras ideas, de nuestra inteligencia, empezamos por entender nuestra soberanía interna o personal, mientras no pronunciamos un sentimiento soberano, difícil va a resultar avanzar hacia la justicia, y ella solo será efectiva en la manera como la utilicemos en nosotros mismos, de allí que resulte muy difícil el trabajo de juzgador, pues si no aprendemos a juzgarnos a nosotros mismos, lo más seguro es que nunca conseguiremos emitir un juicio imparcial hacia los demás.
Se dice que un buen juzgador es aquel que aprende a defender al débil contra el fuerte, en aquel momento, un buen juez deberá descubrir sus debilidades en primera instancia, paralelo al dominio de sus pasiones, con el único objetivo de encontrar la verdad no solo a favor del inocente, sino a favor de la ley y la justicia, es prudente decir que una ley es buena cuando se aplica así, libre de vicios y pasiones, utilizando todas las facultades inherentes al ser humano, aplicadas con inteligencia y rectitud, además, con el valor necesario y suficiente en el momento de impartir justicia, manifestando la prudencia del sabio y la filantropía razonable como si estuviera con los ojos cubiertos que muestra la diosa justicia.
La asociación humana, es un taller de producción establecido hacia la prosperidad común, donde cada uno contribuye de acuerdo a sus medios, resulta sencillo entonces aceptar que nos rigen derechos naturales, civiles y políticos, advertimos que solo por la fuerza, nos pueden privar de los derechos naturales, ya que los civiles dependen de las leyes buenas, malas o aplicadas con vicios, y los derechos políticos son la facultad de elegir y ser elegido en cualquier cargo.
Analizar la vida y la muerte es tal vez la mejor manera de comprender o descubrir los mecanismos que nos enseñan nuestros antepasados, que han perdurado fanatizados de distintas formas, dentro y fuera del seno familiar y social por medio de personajes ambiciosos que desean acaparar todo, inclusive los alimentos fundamentales de la subsistencia humana, dramatizando los efectos de la ignorancia en todos sentidos, con gran filantropía disfrazada de buena voluntad.
Cada uno de nosotros posee un ingrediente que conocemos como “conciencia” y sabemos de alguna manera que esa conciencia pareciera ser el aparato que indica la forma de hacer las cosas, muchas veces buenas y otras no tanto, pero al final actuamos conforme a los dictados de esa facultad conocida como conciencia y lamento no saber en realidad como funciona, creo además que quienes se han encargado de ilustrarla encontraron formas múltiples de exponerla, sin embargo, al profundizar un poco más en el estudio del ser humano, los perseverantes encontraron un componente paralelo identificado como alma.
El dispositivo alma, así lo definen los filósofos: Se dice que cuando una misma cosa realizada por una persona cualquiera posee una personalidad y la misma cosa realizada por otra persona pareciera distinta, esto es, cada persona realiza la misma cosa con distinta personalidad, por lo tanto, me permito agrupar a la conciencia con el alma y agrego un elemento más, conocido como lealtad, si, lealtad a lo que pensamos, lealtad a lo que hacemos y lealtad a nuestros semejantes.
Entonces, conciencia, alma y lealtad, conforman una triada intangible, pero suficientemente fuerte como cimiento de un gran edificio, a través del tiempo se han realizado eventos de transformación importantes que hoy nos simplifican el trabajo, la transformación de la materia y la evolución de los alimentos, pero hay más, esta triada sirve de piedra fundamental en la aplicación de la justicia, que desde la edad media, bajo el título de preboste, una sola persona se encargó de impartirla, por fortuna hoy día las leyes han sido optimizadas, sin embargo, creo que necesitamos no solo buenos prebostes sino excelentes prebostes como grandes juzgadores, espero entonces que con los datos aportados resulte sencillo comprender la manera de impartir la justicia efectiva a que aspira todo ciudadano.