Los juegos de armas, típicos de las
cortes en la sociedad medieval, buscaban un fin psicológico en manos de Hernán
Cortés: mostrar su fuerza militar a los indígenas y los españoles aprovechan su
experiencia en las Antillas donde aprendieron a crear pánico entre quienes por
primera vez ven un caballo o escuchan el tronido de un arma de fuego.
Viajar por medio de la imaginación en
aquellos tiempos parece cuento de aventuras, sin embargo, fue la realidad de
hace algunos siglos en las tierras de esta altiplanicie de la república
mexicana cuando Hernán Cortés mandó a sus artilleros hacer un gran estruendo
con caballos y pólvora.
Es sencillo imaginar la sorpresa que
debieron experimentar los emisarios del gran Moctezuma que no conocían la
pólvora ni los caballos, describe Bernal Díaz que se agregaron cascabeles a los
caballos con el fin de hacer más ruidoso el evento.
La narrativa establece que en los montes
se proyectaba el ruido de los bombardeos de manera impresionante y que los
gobernantes y los indios se espantaron con las cosas nuevas para ellos y lo
mandaron pintar y que de esa forma Moctezuma lo pudiera apreciar en toda su
magnitud.
Cabe señalar que tanto Bernal Díaz como
el resto de los españoles, pronunciaban el nombre de Moctezuma como “Montezuma”
por la dificultad de pronunciar la letra “c” antes de la letra “t” como lo
exige la lengua náhuatl.
Lo mismo ocurría con otras palabras como:
“Guatemuz” en lugar de Cuauhtémoc el emperador azteca después de Cuitláhuac y
Moctezuma, esto lo veremos poco a poco conforme transitemos por estos cuentos
de la historia.
Quiero hacer un paréntesis en este
momento y dar a Bernal Díaz el reconocimiento que merece pues, el y solo el, se
atrevió a tomarse el tiempo necesario y hacer una narrativa de los
acontecimientos, lo que me permite reconocerlo como el gran actor en la conquista.
Bernal Díaz si puede afirmar que lo vio y
lo vivió cuanto describe en su narrativa, pudiera inclusive criticarse su
semántica y su retórica, pero lo hizo de acuerdo a su preparación y en
castellano antiguo y no debemos olvidar que al venir a estas tierras solo
contaba con 15 años de edad.
Dice Bernal Díaz que cuando le mostraron
a Moctezuma los dibujos de lo ocurrido quedó admirado de la muestra de poderío
español y que como muestra de buena voluntad “vinieron de muchos pueblos con
regalos de oro y joyas, además de gallinas.
La narración continúa de la siguiente
manera: “Después de haberle dado el parabién venido a aquella tierra, y otras
muchas pláticas que pasaron, mandó sacar el presente que traían”.
“Lo primero que le dio fue una rueda de
hechura de sol, tan grande como una carreta, con muchas labores, todo de oro
muy fino, gran obra de mirar y otra mayor rueda de plata, figurada la luna con
muchos resplandores y algunos cascos de oro en granos crespos como los sacan de
las minas”.
Es notorio entonces que con la narrativa
anterior resulta comprensible la manera de describir los acontecimientos
mediante el castellano antiguo y aunque es difícil interpretarlo, no deja de
ser una obra maravillosa del narrador que todo lo vio y da fe de ello a su
manera.
No me cansaré de exaltar la figura de
Bernal Díaz del catillo, gracias a él, hoy podemos afirmar que si existe un
relato de la conquista de la Nueva España verás y certero como el juego de las
armas que utilizó Hernán Cortés al impresionar a los habitantes de estas
tierras.