jueves, 26 de enero de 2012

El juego de las armas


Los juegos de armas, típicos de las cortes en la sociedad medieval, buscaban un fin psicológico en manos de Hernán Cortés: mostrar su fuerza militar a los indígenas y los españoles aprovechan su experiencia en las Antillas donde aprendieron a crear pánico entre quienes por primera vez ven un caballo o escuchan el tronido de un arma de fuego.
Viajar por medio de la imaginación en aquellos tiempos parece cuento de aventuras, sin embargo, fue la realidad de hace algunos siglos en las tierras de esta altiplanicie de la república mexicana cuando Hernán Cortés mandó a sus artilleros hacer un gran estruendo con caballos y pólvora.
Es sencillo imaginar la sorpresa que debieron experimentar los emisarios del gran Moctezuma que no conocían la pólvora ni los caballos, describe Bernal Díaz que se agregaron cascabeles a los caballos con el fin de hacer más ruidoso el evento.
La narrativa establece que en los montes se proyectaba el ruido de los bombardeos de manera impresionante y que los gobernantes y los indios se espantaron con las cosas nuevas para ellos y lo mandaron pintar y que de esa forma Moctezuma lo pudiera apreciar en toda su magnitud.
Cabe señalar que tanto Bernal Díaz como el resto de los españoles, pronunciaban el nombre de Moctezuma como “Montezuma” por la dificultad de pronunciar la letra “c” antes de la letra “t” como lo exige la lengua náhuatl.
Lo mismo ocurría con otras palabras como: “Guatemuz” en lugar de Cuauhtémoc el emperador azteca después de Cuitláhuac y Moctezuma, esto lo veremos poco a poco conforme transitemos por estos cuentos de la historia.
Quiero hacer un paréntesis en este momento y dar a Bernal Díaz el reconocimiento que merece pues, el y solo el, se atrevió a tomarse el tiempo necesario y hacer una narrativa de los acontecimientos, lo que me permite reconocerlo como el gran actor en la conquista.
Bernal Díaz si puede afirmar que lo vio y lo vivió cuanto describe en su narrativa, pudiera inclusive criticarse su semántica y su retórica, pero lo hizo de acuerdo a su preparación y en castellano antiguo y no debemos olvidar que al venir a estas tierras solo contaba con 15 años de edad.
Dice Bernal Díaz que cuando le mostraron a Moctezuma los dibujos de lo ocurrido quedó admirado de la muestra de poderío español y que como muestra de buena voluntad “vinieron de muchos pueblos con regalos de oro y joyas, además de gallinas.
La narración continúa de la siguiente manera: “Después de haberle dado el parabién venido a aquella tierra, y otras muchas pláticas que pasaron, mandó sacar el presente que traían”.
“Lo primero que le dio fue una rueda de hechura de sol, tan grande como una carreta, con muchas labores, todo de oro muy fino, gran obra de mirar y otra mayor rueda de plata, figurada la luna con muchos resplandores y algunos cascos de oro en granos crespos como los sacan de las minas”.
Es notorio entonces que con la narrativa anterior resulta comprensible la manera de describir los acontecimientos mediante el castellano antiguo y aunque es difícil interpretarlo, no deja de ser una obra maravillosa del narrador que todo lo vio y da fe de ello a su manera.
No me cansaré de exaltar la figura de Bernal Díaz del catillo, gracias a él, hoy podemos afirmar que si existe un relato de la conquista de la Nueva España verás y certero como el juego de las armas que utilizó Hernán Cortés al impresionar a los habitantes de estas tierras.